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Concha Blanco, de Casa Bértolo: «Somos productores de alimentos pero sin abandonar el cuidado del medio ambiente. Tenemos que ser responsables»

Concha Blanco, de Casa Bértolo, lleva toda su vida dedicándose a la granja familiar, situada en Friol (Lugo). En el año 2014 comenzaron a certificar en ecológico, aunque ya era algo que tenían en mente tiempo atrás. En la conversación que mantuvimos con ella nos habló sobre la importancia que tiene producir en ecológico y de sus planes de futuro, que pasan por permanecer y continuar con su proyecto.

 

¿Cuáles son los orígenes de la granja?

Bértolo era mi bisabuelo, que fue el que le dio nombre a la casa, y ahora mismo estamos en el lugar del Castro: esto ya no tiene que ver con la familia de Bértolo, sino con los Bértolos y Serranos. Desde siempre hubo vacas en la casa. Antes, a la manera tradicional de trabajar no se necesitaba el sello de ecológico; ahora que está el sello, yo soy de esas personas que dice que tenemos que respetarlo, porque no podemos reservar una palabra para no responder a lo que se espera de lo ecológico. Entonces, ya teníamos una granja tradicional, en base a la tierra, y seguimos trabajando en la misma línea: pasó por mi madre… siempre estuvo en manos de muchas mujeres. Nos fuimos dejando llevar por toda la maquinaria de los años 80, 90… y ahora aquí pensamos hacer a lo mejor un poco como dice Xosé Luis de Arqueixal: desaprender, hacer sólo la construcción mínima para responder a lo que realmente queremos ser, que es cuidadores del paisaje, productores de alimentos, pero sin abandonar el cuidado del medio ambiente.

¿Siempre seguisteis un modelo de producción en ecológico o no? ¿Por qué apostasteis por la producción ecológica?

Quisimos entrar en ecológico, siempre lo tengo que recordar, en el 2007, pero no había manera de comercializar la leche de aquella, que era nuestra producción mayoritaria en ese momento. Así que nos vimos obligados a empezar con lo de la quesería, hasta que en el 2011 o 2012, que ya empezábamos con lo de las quesería, nos vino una empresa, Lactalis, que necesitaba leche, entonces dimos el paso, pero lo retrasamos hasta ese momento por cuestiones de comercialización. En el 2012 nos inscribimos, certificamos en el 2014 y, desde ese momento, no dejamos de hacer las prácticas que veníamos haciendo, simplemente fuimos recuperando, desandando… porque nuestros abuelos no aplicaban hormonas, fertilizantes de síntesis… Entonces, si la certificación responde a ese modelo, está bien. Si sólo corresponde a un cambio de insumos, seguimos con combustibles fósiles y dándole negocio, y no transformando, porque bien se ve que la transformación es muy laboriosa, pero es la que en realidad nos da dignidad y da sentido a este trabajo.

¿Cómo explicarías tú a la sociedad la importancia que tiene producir en ecológico?

Hay que respirar hondo para responder al maltrato que se le está dando al medio, al paisaje… La gente piensa que llega con ir al súper, muchos piensan en llenar la barriga, y después así acabamos de obesos… Creo que es una cosa predicar y otra dar ejemplo, dar trigo, y… Tu pregunta era qué le digo a los consumidores: que cuando compran un producto, no solo es para dar un alimento, es cómo se produce dicho producto. Si la producción es buena o es mala. Yo tengo que traer plátanos de canarias, es así, pero no tiene por qué venir leche de otros lugares, ni otros productos que podemos tener al lado, y que además estos productos, como estas vacas, nos ayudan a conservar los caminos para ir de finca en finca, para que se mantengan nuestras sombras, nuestros prados… Entonces, el consumidor tiene que ser responsable, y nosotros, con la manera que tenemos de hacer con nuestro producto transformado, tiramos por ahí.

¿La venta directa qué significa? Yo para tener un producto lo más barato y lo más asequible posible para el consumidor, ¿qué hago? Pues mira, la distribución, la vas a ayudar a costear tú. Yo voy a estar dispuesta a estar en la quesería, pero tú vienes por los quesos que necesites. Entonces, es una manera de abaratar el producto. Tenemos que ser responsables. Y si no somos responsables, acabaremos ateniéndonos a las consecuencias. Crisis climática, o emergencia… Casi era mejor decir: no lo quiero ver.

¿Qué significa para ti, como productora, tener la certificación ecológica? ¿Crees que da confianza a los consumidores?

Debe darla. Cada uno de nosotros, de los que tenemos el sello, debemos ser responsables, pero como si tuviéramos otro título, como el carnet de conducir… Debemos responder igual, que yo soy Concha, y no soy Virtudes ni Otilia. Todos debemos ser responsables. Yo no quiero ser culpable, quiero ser responsable. Como mujer, como feminista, como productora. Lo debimos exigir del consumidor pero también serlo nosotros, evidentemente. Yo creo que nos queda mucho camino por andar, como estaba diciendo yo antes, tenemos que desaprender muchas prácticas nocivas que se nos fueron colando con el tema de la industrialización del campo, pero creo que ya, llegado este momento, cada vez crece más el listado de los que nos están diciendo: basta ya con este terrorismo ambiental.

“Estos productos, como estas vacas, nos ayudan a conservar los caminos para ir de finca en finca, para que se mantengan nuestras sombras, nuestros prados…”

¿Qué consejos le darías tú a una mujer que está pensando en adentrarse en el sector?

Los nuevos entrantes que se dice ahora, los neorurales… Yo tengo una vaca que se llama Paciencia. La compañera que nos acompaña estos días aquí, esta investigadora, está precisamente estudiando eso, porque puedes venir con mucha ilusión, tienen que dar los números, pero llegas aquí y lo que más percibes es el maltrato de la Administración. Por ejemplo, veis aquí los mastines, está la presencia del lobo… ¿Cómo puede ser que las explotaciones ecológicas –las que decimos nosotros granjas, porque son varias–, no optemos a las ayudas del lobo? Coherencia. Se la pedimos al consumidor, al productor, y desde luego también a la Administración, porque es un maltrato. Tenemos que luchar. Las incorporadas van a tener que luchar contra muchos maltratos. Pero es que lo venimos hablando ya desde anoche en nuestra tertulia, tenemos que luchar porque dicen que te dan muchas ayudas pero luego no es verdad, no te acompañan, no te ayudan y no te cuidan. Yo siempre estoy hablando de la palabra cuidados, porque ahora está mucho de moda y porque somos más conscientes quizás de que los necesitan los pequeños, los necesitan los mayores y también el medio ambiente. Todo necesita de cuidados, ¿no? Y creo que la Administración no es consciente y tiene una nula sensibilidad. Hay escasos miembros que son conscientes, pero que la maquinaria no se da movido. Entonces, el consejo es: paciencia.

¿Qué planes tienes tú con respecto al futuro a nivel profesional? ¿Mantenerse, mejorar, cambiar algo…?

Permanecer, que es un verbo que me encanta. Seguir desaprendiendo, ofrecer este mundo y este paisaje para que la gente pueda venir a hacer cosas, como vosotros venir hoy aquí a grabar, otros estudiar, cualquier cosa. Tenemos dos hijas que, bueno, la mayor parece que quiere incorporarse a este proyecto… Y hay tantas oportunidades, y tan variadas, no sólo la transformación, sino que tenemos una cultura; esto es un museo vivo, es que no nos damos cuenta de que esto es un museo vivo. No lo preparamos como una exposición, un desfile, esto es la mínima intervención y para producir alimentos, este es un paisaje que alimenta, y permanecer aquí, ser capaces de aprender, de convivir… Ser capaz de permanecer aquí para decir: Cuidado con esto. Cuidado. Que no le hay que hacer nada, no hay que industrializarlo. Tenemos que mantenerlo, conservarlo. Ahora hay mucha gente que dice que no venimos aquí producir biodiversidad: nosotros somos biodiversidad. El que quiera marcharse para otros planetas, que se vaya. No hay ningún problema. Pero que nos dejen conservar los que somos de aquí, ¿no? Que no nos expulsen. Porque si nos meten eólicos, si nos meten autovías o paneles solares, en fin, macrogranjas, están expulsando a la gente del territorio, entonces, para de crear aldeas modelo, ayuda a las aldeas reales. Como los cuerpos modelo: déjame los cuerpos normativo. Hay que cuidar lo que hay, que seguramente somos todos muy manifiestamente mejorables, pero cuida lo que hay, atiende a lo que hay.

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