María do Mar Pérez, que cuenta con una amplia experiencia profesional ligada a cuestiones de desarrollo rural, es profesora del Departamento de Economía Aplicada en la Escuela Politécnica Superior de Lugo, perteneciente al Campus Terra (Universidad de Santiago de Compostela). En esta entrevista, la economista nos habla de su trayectoria profesional y de la producción ecológica certificada, poniendo el foco en el polémico tema de los precios.
¿Cómo ha sido tu trayectoria profesional?
Llevo casi treinta años trabajando en temas de desarrollo rural. En realidad, mi perfil investigador está ligado al diseño y la evaluación de políticas públicas. He trabajado muchísimo en temas de desarrollo rural en Galicia, pero también en otros lugares de Europa, como en Irlanda, en Portugal, o incluso en algunos países latinoamericanos. También llevo varios años investigando las producciones ecológicas dentro del grupo de investigación al que pertenezco.
¿Cómo surgió tu interés por analizar y estudiar temas relacionados con la producción ecológica?
Al estar trabajando en temas de desarrollo rural, era fácil llegar a la producción ecológica viendo cómo está evolucionando el consumo, así que ya solo desde un punto de vista profesional tuve que ponerme al día en este ámbito. Del mismo modo que se analiza el potencial que pueden tener otros sectores de actividad como el turismo, la industria o la producción energética en las zonas rurales, la agricultura ecológica es un sector que tiene muchísimo futuro.
Es cierto que en mi caso esa perspectiva profesional vino también influenciada por el hecho de ser una consumidora convencida desde hace muchísimos años de productos ecológicos. De hecho, participé activamente en el primer grupo de consumo que hubo en mi ciudad, y opto por alimentos ecológicos de manera habitual porque realmente estoy convencida de que estoy haciendo una excelente elección como consumidora.
¿Has observado que la cantidad de estudios, artículos e investigaciones relacionadas con la producción ecológica han ido aumentando con el paso del tiempo o aún nos queda mucho por avanzar?
Han ido avanzando. Sobre todo desde los últimos diez años existe un interés importante por la producción ecológica. Hasta ese momento poca gente se preocupaba de esto. ¿Cuál es el problema? Que a pesar de que cada vez hay más personas que están tratando de hacer análisis muy serios, que nos permitan tomar decisiones sobre los pasos que hay que dar para darle un futuro brillante a este sector, nos falta muchísimo por hacer. También entono un mea culpa como parte de la universidad, porque somos muy pocos los grupos de investigación que estamos trabajando en temas de agricultura ecológica. Entonces nos queda un campo enorme por abarcar, tanto desde el punto de vista económico, como de técnicas de producción, manejo de suelos, gestión de pastos… en los que tenemos muchísimo que aprender para ir mejorando progresivamente los rendimientos y ser más eficientes en los costes de esa producción que está creciendo a un ritmo importante.
¿Cómo explicarías tú a la sociedad la importancia que tiene la producción ecológica?
Hace dos semanas se hicieron públicas unas cifras de una organización internacional, que publica un anuario sobre producción orgánica, que es como se denomina en el mundo anglosajón a la producción ecológica. Daba datos sobre los volúmenes de producto. Estábamos hablando (lo digo de memoria) de 136.000 millones de euros. Es una parte muy pequeñita del total del consumo de alimentos, eso lo sabemos todos. Pero claro, dentro de esa enorme cantidad de dinero, una parte muy importante del consumo es el mercado europeo. Entonces, desde la perspectiva puramente gallega, tenemos dos opciones, porque la demanda está ahí: cubrirla nosotros o que vengan otros de fuera y la satisfagan. No hay más. Entonces, yo creo que desde un punto de vista del futuro de las áreas rurales, del futuro del bienestar, del conjunto de la sociedad y también de los agricultores y agricultoras, la opción está muy clara. Tenemos que ser capaces de abastecer nosotros ese mercado.
¿Qué ventajas crees que nos aporta para nuestra salud optar por alimentos ecológicos frente a las opciones convencionales?
Yo opto por ese tipo de consumo porque considero que es mejor para mí y para mi familia, y eso es algo que tengo muy claro. Seguramente, mi motivación no está tanto vinculada a la cuestión de la salud, que sí que de hecho estoy convencida, sino a la cuestión del medio ambiente. Yo creo que tenemos un único planeta y nuestra obligación es cuidarlo, no únicamente para nosotros, sino para las futuras generaciones. Yo quiero dejarle a mis hijos un planeta lo más saludable posible para que ellos también tengan una esperanza de futuro. La mejor manera en la que puedo hacerlo a la hora de comprar alimentos es elegir productos ecológicos y locales.
«Yo quiero dejarle a mis hijos un planeta lo más saludable posible para que ellos también tengan una esperanza de futuro. La mejor manera a la hora de comprar alimentos es elegir productos ecológicos y locales»
¿La alimentación ecológica es realmente más cara que la convencional?
La diferencia no es tanta como percibe la gente. ¿Es el mismo queso uno de barra que uno artesanal? No, son dos productos completamente distintos. Ahí asumimos que tiene que haber un diferencial de precio. ¿Por qué no en los alimentos ecológicos? Pero es que es más, como consumidores estamos adquiriendo una serie de alimentos cuestionables por precios elevados. Hay una marca que hace un elaborado lácteo que les damos a nuestros hijos e hijas porque se dice que es muy bueno para mejorar el funcionamiento del sistema inmune y, sin embargo, recibió una multa muy importante por información fraudulenta en una etiqueta en el Reino Unido. Su precio es mucho más alto que el de un yogur ecológico. Entonces, ese producto, que está hecho a base de leche rehidratada, es decir, de leche en polvo, con aditivos y con un alto porcentaje de azúcar… Es más caro que un yogur ecológico en cualquier tienda y no somos capaces de percibirlo como caro, a pesar de que efectivamente lo es y de que nos están diciendo todas las autoridades que no es un alimento sano ni adecuado para los niños y niñas. Por lo tanto, la cuestión del precio es una cuestión de percepción. ¿Es más cara una lechuga ecológica que una de bolsa? Yo lo dudo. El precio es similar, pero la cantidad que llevan es muy diferente. De este modo, es cierto que ese diferencial existe porque son productos distintos, pero no es tanto como le parece a la gente y, en nuestro día a día, estamos tomando una cantidad de decisiones de consumo de productos muy caros y que tienen una dudosa calidad nutricional, como afirman médicos y nutricionistas.