Luis López es el propietario de Casa do Alcalde, una ganadería ecológica situada en Outeiro de Rei donde crían tanto ganado bovino como ovino para su posterior venta en carnicerías y restaurantes. La conversión a la producción ecológica la inició su padre —también llamado Luis— en el año 1998, siendo uno de los primeros operadores en contar con el sello del Craega.
¿Cuándo nació Casa do Alcalde? ¿Cómo fueron los inicios de esta granja?
Casa do Alcalde nació en el año 1985 aproximadamente, cuando mi abuelo materno les dio a mi madre y a mi padre esta finca para empezar a tener cuatro o cinco vacas y mantenerla limpia y cuidada, porque estaba en un momento en el que nadie se preocupaba por ella. Mi padre se hizo con cinco vacas y, ya ves, de cinco, que nosotros nunca nos habíamos dedicado a la ganadería, ahora tenemos una media de cien vacas continuamente. Fuimos creciendo mucho.
¿Qué animales y razas tenéis?
Empezamos con rubia gallega al principio de todo, en el año 85, con cinco vacas compradas en el Ceao, en la subasta que había allí. Al cabo de los años, sobre 1998, empezamos a incluir también la raza vianesa, que estaba en peligro de extinción, y después nos cedieron desde la Diputación dos cachenas, con lo cual empezamos también con las cachenas. La oveja gallega la incorporamos aproximadamente en el año 2005. También era una raza en peligro de extinción y por ahora nos está dando muy buenos resultados.
¿Quiénes formáis parte de Casa do Alcalde?
Casa do Alcalde es una ganadería familiar, la unidad familiar somos los que hicimos que esto pudiera ser lo que es ahora mismo, aunque todo está basado en mi padre y en mi continuación, pero con el apoyo familiar tanto de mi madre como de mi hermano. Ahora mi padre ya está jubilado y yo soy el único propietario.
¿Cómo es un día normal en vuestro trabajo?
Depende mucho del tiempo. Si estamos en invierno, primavera, verano… Ahora mismo estamos en la peor época de todas porque es cuando más carga de trabajo tenemos, con el ensilado y con el trabajo que hay habitualmente en la granja. Lo hacemos todo nosotros, no tenemos a nadie subcontratado ni nada. Preparamos las bolas de silo, las encintamos… Luego, el día a día se basa principalmente en el control del ganado. Vigilar si hay alguna vaca en celo, si tenemos algún parto, colocar algún cierre que esté en mal estado… Cuando es fuera de campaña, el trabajo es de mantenimiento.
¿Cómo surgió el cambio de convencional a ecológico? ¿Cómo se dio esta idea?
Lo empezó todo mi padre a través de una persona que había en la Xunta de Galicia, que lo fue introduciendo en el tema de lo ecológico. De hecho, mi padre, cuando entró en ecológico, me parece que aquí en Lugo solo había uno en el tema de carne, y de leche creo que ninguno. Comenzó en el 98. Fue un cambio muy sencillo para nosotros, porque nosotros nunca sulfatamos ni usamos fertilizantes químicos. Entramos en ecológico porque ya estábamos trabajando de este modo, pero fue más que nada por la certificación, que señalaba un tipo de producción que nadie tenía, para diferenciarnos un poco, igual que con las razas autóctonas en peligro de extinción.
¿Notasteis algún beneficio con la conversión a ecológico?
Sí, sobre todo en el tema de pastos. Tenemos una producción de pastos de hierba casi monótona. Si hay picos medioambientales de sequía o de mucha lluvia se nota, pero si es una temporada normal, el pasto y la cantidad de forraje de hierba que sacamos de los prados es casi equivalente. Después también lo notamos en la salud de los animales. Nos duran más tiempo al estar en libertad y siempre sueltos. Tampoco tenemos problemas de patas ni de pezuñas.
«Con la conversión a ecológico notamos beneficios sobre todo en el tema de los pastos y en la salud de los animales»
¿Por qué es importante tener la certificación del Craega?
Tener el certificado del Craega para nosotros es muy importante. Con el número de opciones que hay, es clave diferenciarse: cuantos más sellos tengas y más de calidad sean, muchísimo mejor. El Craega te abre muchas puertas, porque con el sello llegas al consumidor de una manera más sencilla. Es más probable que al ver el sello de ecológico vayan a comprar tu producto.
¿Qué tiene de especial la carne que se produce en ecológico? ¿Cuál es la diferencia con la convencional?
Como estamos utilizando piensos ecológicos, los terneros están sueltos mamando mucho tiempo y no tenemos ese método de cebo que tienen en convencional. Aquí pensamos todo a largo plazo, entonces la carne sale con muchísimo más sabor, color y calidad.
Yo creo que tendría que haber un poco de cultura de alimentación entre los consumidores. Tendríamos que, con la ayuda del Craega, crear una cultura muchísimo más abierta en el consumidor y que sepan cómo se cría esta carne, cuáles son nuestros problemas para llegar a tener un volumen de carne tan grande como los productores convencionales, la calidad que estamos creando nosotros, que los animales están en libertad y que los cuidamos bien… Es decir, considero que deberíamos transmitir más al consumidor la trazabilidad, para que ellos conozcan y valoren mucho más nuestro trabajo. No es lo mismo un ternero que está en libertad mamando hasta los siete, ocho, nueve meses, hasta el momento en que va al matadero, como otros que están en otro tipo de cadenas de cebo. Entonces, si el consumidor sabe lo que estamos produciendo nosotros, yo creo que sería beneficioso para todos, tanto para el propio consumidor como para el ganadero.
¿Cómo comercializáis vuestra carne?
Una vez el animal sale de nuestra ganadería, si lo movemos a 60-70 kilómetros de aquí, estamos generando una huella de carbono que no nos interesa, porque nuestra forma de trabajar en la granja evita precisamente eso. Nosotros matamos nuestros animales en Rábade, aquí al lado, a 3 o 4 kilómetros. De ahí va a la carnicería, también en Rábade. Entonces, nuestra carne se mueve en un ámbito muy local. Después, los corderos, exactamente igual. Los comercializamos en Parrillada Juan, que está ahí al lado, en el Ceao. Se matan los corderos en Rábade y se mueven hasta ahí. Estamos hablando de un círculo de huella de carbono de menos de 6 kilómetros.
¿Tuvisteis en algún momento barreras que os dificultaran el trabajo diario con el tema de producir en ecológico?
Nosotros siempre tuvimos una base territorial bastante amplia, nunca tuvimos más vacas que hectáreas, siempre tuvimos pasto, nunca hubo que emplear fertilización química para poder producir, todo está dividido en subparcelas y se pueden hacer pastos rotativos. Entonces, la transición para nosotros fue muy sencilla.
¿Hay algo que os gustaría que mejorase en el proceso de obtención de la certificación?
Veo que el Craega funciona muy bien. Nosotros fuimos de los primeros en formar parte; yo, de hecho, desde muy pequeño siempre estuve al tanto del trabajo del Craega, y los avances en este tiempo fueron muchos. Lo único que a lo mejor se podría mejorar sería en hacer más hincapié en el tema de la cultura del consumidor, para que conozcan bien lo que estamos produciendo y sepan cómo es la carne que están comiendo.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere comenzar un proyecto en ecológico o que ya lo tiene en convencional pero le gustaría pasarse a ecológico?
El consejo es que debería entrar en el Craega y hacer todo lo posible para eso. No es una situación a corto plazo, tienes que ir a largo plazo. Si vas a corto plazo, es como todos los negocios, no ves nada. Pero a largo plazo, sí que empiezas a ver los beneficios que tiene estar en ecológico, ves los pastos, la salud de los animales y el aumento de su rentabilidad.
¿Cuáles son vuestros planes a futuro? ¿Mejorar, manteneros como estáis, cambiar en algo…?
Nuestros planes serían, si tuviésemos mano de obra, poder aumentar más. Pero claro, no tenemos mano de obra y tenemos que estar un poquito a la expectativa de eso. Si tuviésemos mano de obra o pudiésemos conseguir gente para trabajar con nosotros, podríamos llegar a aumentar con el paso del tiempo.